La carcoma de la vanidad va autodevorando por la cabeza al Santo Padre, representante de la soberbia, la lujuria y la avaricia de Dios en la tierra. Las veladuras de sus ropajes púrpuras se desgajan en un fondo de luto, arañado por el pincel en la arpillera, fúnebre como la Santa Inquisición y los dientes de la boca, abierta en un gesto de rugido, parecen estalactitas calcáreas de una caverna inhóspita.
Cuando Bacon estuvo en Italia no quiso ver el “X” de Velázquez que tanto había explorado en fotografía, por temor, tal vez, a que le fulminara su pontificia mirada rencorosa agarrada por el óleo.


Museo del Prado, Francis Bacon. Hasta el 19 de abril 2009
Ilustración: Francis Bacon, Study after Velázquez´s Portrait of Pope Innocent X. 1953. Óleo sobre lienzo