Cervantes y El Greco: los nuevos 'fashion icons'


¿Quién le iba a a decir a Cervantes y a El Greco que su indumentaria iba a estar de moda casi cinco siglos después? Este conjunto se vio ayer sobre la pasarela de la Semana de la Moda de París. Lo firma el diseñador belga Bruno Pieters.

Carne cruda

Y admitió en público, desde su prisma castigado por el hambre, que la pintura contemporánea sobrevive por la necesidad del público de sentir la carne en sus retinas. Amasadas con aceites oleosos y diluidas en la memoria. El color perdido de los lápices Alpino. Prueba con el naranja aplicado despacito. Mejor. Deme la tabla de pantones, por favor. Necesito atrapar el deseo en tantos lienzos como cuerpos adolescentes se ha tragado mi memoria. Y el pintor no es dibujante; tampoco es escultor. Es el arquitecto de la carne y sus pecados. Y yo un humilde espectador.

memoria y piel




*Rene Magritte
(La memoria)





Los ángeles, cuando viven nostalgia,
no es su sentimiento el que echa
de menos; es su cuerpo.

Azul Klein


Gracias a la obra de Yves Klein, la moda ha inventado un nombre para designar a una tonalidad del azul. Éstas súper medias tupidas y macro taconazos se vieron ayer sobre la pasarela de Milán. El conjunto lo firma la diseñadora italiana Rossella Jardini.

ssssshhhhiele


la distancia entre la sílaba y el sonido
no la marca tu soledad,
sino mi mano

El Roto en El País el 17.02.2008

Galliano... ¡Gracias a a Dior!



A una mujer cilindro adicta al 'shopping' como yo le cuesta leer las duras críticas hacia la moda nacional firmadas por Antonio Lucas, sin por ello darle rotundamente la razón. Y más ahora que estoy buscando como loca un súper modeli para la boda de mi hermano, la única ocasión que tengo de comprarme un traje de autor sin tener mal de conciencia.

Como compensación y, para alegraros la vista, os recuerdo el último alarde de creatividad del capitán Galliano. Influencias de Klimt bordadas en sus trajes superan con creces a lo último que hemos visto en Cibeles. En la pasarela madrileña ocurre lo mismo que sobre la alfombra verde de los Goya: falta 'charm', esa palabra que prefiero mil veces al tan manido 'glamour'.

En boca del propio Lucas esta mañana de domingo, afortunadamente hay una española, una gallega en concreto que conserva este calificativo: Lady Foster. ¿Será por vivir fuera de aquí?


Aviso a los navegantes: impresionante una exposición en La Coruña que vincula la pintura de Picasso y Mondrian a la obra de Yves Saint-Laurent. Si queréis saber más, cliquear mañana mi blog.

Besos cibernéticos

Cibeles deshuesada

Tenía más tirón aquel terrorismo de sastrería, cuando los jóvenes asaltaban la pasarela Cibeles haciendo collares con sogas de nudo y medio como en el árbol del ahorcado. Los bienpensantes sacaron entonces los escapularios y los ajos ante aquel caos, sin entender que el caos es un orden que aún no hemos comprendido.
La moda parecía situarse en el lugar de las ideas y los trapos traían su soflama dentro. David Delfín acumuló un agua bendita de insultos y sospechas que lo encumbraron por vía del escándalo, que en el arte o sus aledaños es una lanzadera que no falla. Pero aquello se convirtió en un espejismo. Al final la industria arrasa cuanto toca, encalma, anestesia y convierte a los presuntos enfants terribles en alfayates con mechas. Aquellas chicas suyas amortajadas con el burka se quitaron un día las túnicas severas y perdieron la urticaria subversiva de cuando se viaja en la vida en dirección contraria.
Lo de menos en los buenos desfiles de hace unos años era que la modelo fuera bien arreglada. Resultaba más interesante acentuar esa estética de las vestidas de desnudez que exhiben los maniquíes de cuello Modigliani. La moda es un desequilibrio entre lo disparatado y la perfección. Y ahora está ganando lo perfecto, lo aseado, justo lo que no suele enganchar. Están más por el refinamiento que por mostrar el colmillo de la aguja, cuando eso es lo que más gusta de los desfiles, su imposibilidad, su sueño de libertad, su fantasía. Y no este traperío uniformado y normaloide de hoy, a la venta en Zara sin necesidad de ir a Cibeles a hacer banquillo dos palmos por debajo de la pasarela.
Hasta ahora no se ha visto el escándalo. Y si la moda no tiene un fleco de provocación y altercado se queda en costura de Carrefour, pierde su fábula de piel imposible. O peor, se convierte en política textil y salen los desfiles como está sucediendo con la campaña electoral: un coñazo de promesas y unas promesas de mentira, todo deshuesado. Lo bueno de la moda es que no tiene engaño porque todo en ella es ficción.
Por eso no conviene tomársela en serio, porque entonces pierde su disparate, su falso trote de colegiala y se nota demasiado su mentira tan bien contada. El aburrimiento, dicen los que saben, ha llegado también a Cibeles. Se ha hecho norma hasta de la cruel anormalidad del hueso que antes asomaba bajo la goma de las bragas. Los modistos eran como cocodrilos que devoraban a las modelos hasta darles el volumen del perfil del agua. Aunque luego las clientas fueran gordas y chatas.
Ya ni las sufragistas salen por la tele pidiendo la abolición de las tallas. La pasarela Cibeles es un colegio de monjas. Eso explica el mundo en que vivimos, cuando lo más punk de esta temporada otoño/invierno resulta que es el cartón piedra de los mítines. Un asco.

Antonio Lucas
Foto: Alberto Cuéllar

En sí

Miquel Barceló en su estudio de París. Foto: Jean-Marie del Moral

Toda su vida estuvo pintando y luego confesó que lo hacia porque quería volver a manchar como un niño; goteó su búsqueda de tela a tela y al final, Joan Miró ya viejo, cerro el trazo de pincel en un circulo primitivo, lo convirtió en rasgo; negro, azul, amarillo y rojo; sin conceptos ni subconsciente, sin etiquetas ni dogmas.
En Malí una mariposa bate sus alas y los pigmentos que las entintan de colores caen en Mallorca, en la paleta de otro pintor; Miquel Barceló hunde sus manos en la arcilla con gestos primigenios y la liturgia de crear vuelve a repetirse, esta vez no es necesario soplar la creación para darle vida porque ya la tiene.
Basquiat atrapando en una tela sobre el suelo las paredes de la calle, para que luego Andy le chupara la sangre y dejara mas sitio en sus venas para la heroína. Arte autentico y profundo como los ojos que pintaba Picasso, mirándose en un espejo.
Warhol y el resto, estraperlistas plásticos.


Julio Rey

no culpemos aquel que abrió la puerta del estercolero sino a los que se cagaron fuera


En la odisea de Kubrick el monito Moonwatcher mira hipnotizado la belleza de la luna. Una vez domina el medio -una vez el hermano redentor soluciona la gran cagada de Epimeteo, asegurándonos un promedio de x años de vida primermundista- la belleza de la luna ya no nos parece tan misteriosa. Es un satélite y no una diosa, dicen. Tiene moléculas de helio y argón, iones de sodio y potasio y la mayor parte de los gases en su superficie provienen de su interior.

Microscopio, telescopio, estereoscopio, rayos x, cálculos infinitesimales, geometrías no euclídeas… ¡y mi cámara de fotos de usar y tirar pinta mejor que tú! Pobre Masaccio, ahora su trampantojo de la Trinidad no engañaría a un niño de seis años. Pero ese niño también sufre: cuando pinta, cuando se recrea con su obra, cuando piensa que el ratón Mickey le está saliendo de narices le traiciona su pobre vejiga. Deja el dibujo a medias, vuelve y encuentra que se lo han cambiado: ¡¡el ratón parece una musaraña!!

Y si no es así, pronto lo será:

Es muy difícil elegir un objeto porque, transcurridas un par de semanas, o te agrada o lo detestas.

Ay, si te gustas demasiado… y si en nuestro onanismo nos repetimos sin crear, Lichtenstein, Rothko y demás… Y qué es el gusto sino una imposición social (excepto para Fraga Iribarne y sus pantalones de cintura pectoral).

La elección de los ready-mades siempre se basa en la indiferencia visual y en la completa ausencia de buen o de mal gusto, Duchamp le contaba a Cabanne.

Mirad que gran trazo, mirad que composición, mirad la pasta que vale…

- Ah, ¿Usted entiende de arte?

- Bueno, en realidad soy un snob. Lo que he dicho lo he oído por ahí, y si está en EL MUSEO debe ser muy bueno, ¿no?

- Sí, sí, claro… Seguro que el mismo trazo suelto lo apreciaría en un urinario…

¡Recuperemos el misterio de la Luna! Abracemos la casualidad, aborrezcamos la causalidad, meémonos en la Obra mayúscula, absurdo, absurdo Dadá…

Pero no seamos ingenuos, su gran victoria es a la vez su mayor derrota: absorbido por el statu quo, Dadá el anti-arte y consigo el Arte murió (Danto, Kuspit…). Porque ahora estamos envueltos de pura mierda, pero no de la buena como la de Manzoni, sino pura mierda que no vale una mierda. No culpemos aquel que abrió la puerta del estercolero sino a los que se cagaron fuera.

Pintoras enrambladas, pintores de marismas y olivares, pintores de fin de semana y amas de casa marchitadas en busca de llenar su salón…

El juego terminó, ¡qué bonito = ay, qué horror!

Uzumazi conquista espejos

"Un día llegará en el que las imágenes sustituirán a la gente. A partir de entonces no tendrán más necesidad de ser, tan solo figurarán. Dejarán de ser seres vivos para convertirse en seres mirados" Andre Breton
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"La muerte de Narciso siempre me ha parecido la más incomprensible. Una sola explicación se impone: Narciso no se amaba. Se dejó engañar por una imagen. No supo atravesar las apariencias. Si hubiera amado un rostro de ninfa en vez del suyo, su mortal impotencia hubiera sido la misma. Pero si hubiera sabido amarse más allá de su espejismo, su feliz suerte hubiera sido, digna de la envidia de los siglos, el símbolo del paraíso vital, el mito del hombre privilegiado" Claude Cahun

Ocre amarillo

A pesar de su etiqueta de genio inflada, ¿Tendría que interesarme la próstata de Duchamp?. NO. Pues mucho menos su mingitorio exento de poesía.

Maldito embaucador, es peor que el dolor en las articulaciones de los huesos por exceso de ácido úrico.

Julio Rey

Por qué, Duchamp, por qué

Female Fig Leaf 1950, cast 1961Feuille de vigne femelle
Bronzeobject: 90 x 137 x 125 mmsculpture



Exterior view of etant donnés.
Marcel Duchamp
1° la chute d'eau / 2° le gaz d'éclairage Gas), 1946-1966




Marcel Duchamp,Etant donnés:
1º la chute d'eau / 2º le gas d'éclairage,
1946-66 © 2000 Succession Marcel Duchamp ARS, N.Y./ADAGP, Paris

Puteaux est une ville de France, dans la banlieue ouest de Paris, sur la rive gauche de la Seine et située au centre du département des Hauts-de-Seine. Ses habitants sont appelés les Putéoliens.
¡Brass plate! Me imagino a Marcel y a Man (¿cómo es posible que el azar inunde hasta provocar la vibración de las letras?) comiendo sopa, felices, metiéndose cucharas en la boca y, contentos, chocando, girando, rozando filos de cuchillos, desatando y atando al mismo tiempo el cordel, fino hilo, cortina, velo, alimento de funámbulo. Brass plate, brass plate, gritan, y las carcajadas enmarcan un castillo en ruinas. Que todo lo barren, hasta lo Ignoto, que no es otra cosa que escombros.Y si a veces a la rutina se le cae la t, pues bien... para que conozcamos el otro lado del escapismo, o para sobrevivir, para no ahogarnos, para chillar desde dentro cuando sólo se nos permite el silencio. Y los sonidos enclaustrados en molinos de viento, en caracolas de mar. Creo que Isidore Ducasse le escribió al mar, al océano, a la magnificencia. Creo que con el ruido del mar dentro, withhiddddddennoise, hizo chocar el estrUendo como quien juega con esos platillos, brass plate, esos de niño, minúsculos, so, object wrapped in felt and string, so, so so, ball of string, with hidden noise, no strings attached, having someone in a string, y sobre todo, pUll, pUll, pUll. Ah, ya sé, Derrida lo explica bien:





Aunque la "verdad" no fuera más que una superficie, sólo llegaría a una verdad profunda, cruda, deseable, bajo el efecto de un velo; que lo cubra. Verdad no suspendida por las comillas y que recubre la superficie de un movimiento de pudor. Bastaría con suspender el velo o dejarlo caer de otra manera para que no hubiera más verdad, o únicamente la "verdad" - escrita así. El velo/cae".Espolones.Los estilos de Nietzsche.Jacques Derrida(Pre-Textos)









(Recordatorio sobre la vibración de las letras)
En este caso, cómo no, la sobria M mayúscula. Dando lugar al no-lugar de Marc Augè: Ma, madre, raíz imitativa de la voz infantil que reproduce el balbuceo del bebé al mamar. Su derivado es amma, voz familiar que también significa madre. Y am da amar, amor, da también matutino, para lo que está fresco, da maduro, lo que está a punto para ser comido. Lo bueno, lo comestible, lo húmedo, lo maternal. Y entonces viene la leche, el seno que la lleva, y luego el deseo y el acto de tragarla.Una vez en el lugar, aceptamos la L como sonido adyacente:El diccionario Webster sobre lust en inglés dice: placer, delicia, apetito. Entre las acepciones, las que siguen: deseo de gratificar los sentidos, apetito físico. Deseo sexual. Excesivo deseo sexual. Deseo abrumador. Lujuria. Poder. Lust of Power, la lascivia o la lujuria del poder. En inglés, lewd, licencioso, lecher, libertino, licker, lamedor. Lecherous, lujurioso. Lekaleos, en griego, significa obsceno, en italiano leccare es lamer. Adular. Y leccume es una golosina. Dulce. Y todo, todo, se apoya en la lengua como órgano de gratificación sexual. La L acompaña el amor. Love, liebe, lamer. Y la Vía Láctea fluye del pezón de Juno en la mitología griega. Y leche es esperma y se mama y se fela. Una frase de Walter Benjamin lo explica todo: La lengua, como resulta obvio, no es un sistema convenido de signos.






El paradigma redondo

Hay tantas maravillas en un vaso de vino como en el fondo del mar
Paul Eluard.

El fotógrafo cierra los ojos y deja que sea su ensueño el que dispare. Luego en el cuarto oscuro, poco a poco en el negativo, del punto y aparte carnal empieza a surgir una mano que incita. El fetiche como forma de arte: Dada
Nuestra fantasía bucea desde el fondo del vaso alcanzando la piscina de Hockney. Con la ayuda de Man Ray llega hasta el fondo del mar.


Julio Rey

sUrrealista II


La Priere (Prayer) 1930
Man Ray



(desde mi poder de despersonalización dramática)

tengo un tragaluz en la garganta, cuando no se me agolpa el agua
si hablan las iniciales de mi novela más larga
todos entienden las palabras

no aprendí aún a diferenciar entre amor, sexo y arte,
pero sí tengo claras las personalidades

en los no-lugares habla Rebeca Yanke,
en los espacios precisos y preciosos
constato que ha de articular sonidos
la minúscula vocal,
la única capaz

y los fonemas pierden el Norte
y el papel pautado busca el Oeste,
como siempre

a veces me caigo de espaldas,
ruedo sobre mil mesetas deleuzianas,
mi cuerpo pierde sus órganos y,
por ejemplo, encuentro en man ray
nuevas verdades





EN PRIMERA FILA / ANTONI TAPIES / Pintor y escultor

«Dudar es el camino más próximo al acierto»



Es el artista español vivo más universal. En 2008 cumplirá 85 años y trabaja sin fatiga, lleno de energía y curiosidad. Esta misma semana presenta algunos de sus últimos y poderosos trabajos en la galería de su hijo, en Barcelona. Gentes de medio mundo quieren venir a visitarlo. «Hasta una bailarina de Bali y un gurú de la India han pasado por aquí»


La mañana pajaritera de Barcelona se hace íntima en la penumbra del porche cerrado por el que se accede al taller de Antoni Tàpies. La luz es de moscatel oscuro. El cancán de cuerpos que peina las Ramblas es aquí sobriedad de barnices y polvo de mármol, de bártulos ordenados delicadamente, casi con manía.

Es la hora pactada y el artista asoma puntual por unas escaleras de peldaño alto. Baja lento, dejándose descubrir, hasta que asoma por entre los barrotes de la baranda su cabeza de tigre ascético con una sonrisa levemente astillada. «¿Ya?», le pregunta a Teresa, su mujer/talismán. Espera confirmación y al instante entrega al forastero una mano de hueso duro, mientras echa los ojos por encima de la montura de las gafas como quien palpa un rostro nuevo. «Muchas gracias por su interés. Les enseñaré algunos de los trabajos últimos. Son cuadros que he hecho antes de Navidad. Pasen, pasen por aquí». Y Tàpies avanza como un Gargamel del barrio de Sant Gervasi, un brujo a punto de empezar la ceremonia.

Hay tres puertas cerradas. Escoge la de la izquierda y se adentra por un espacio enlaberintado. Allí acumula decenas de cuadros, galaxias puestas de canto. El estudio es un espectáculo: geografías esenciales, cuerpos adivinados, cruces frotándose. Misterio y calentura. «Todo esto que está en primer plano es lo nuevo», advierte. Y lo que se ve es un mosaico de telas repartidas por el suelo que tienen estampadas el signo rotundo de este pintor, el enigma febril de un creador universal. Rompió las costuras del arte contemporáneo con un informalismo que fue bendición, acelerando las partículas elementales del arte cuando el franquismo aplaudía un macramé pictórico de vuelo bajo. Tàpies decidió que no y puso la proa en dirección al mundo exterior, vengándose por instinto de libertad:

- La libertad es en mí una búsqueda sin tregua. Será porque soy producto y víctima de las dictaduras. Nací en Barcelona en 1923, cuando se implanta la de Primo de Rivera. Y después sufrí la Guerra Civil y el franquismo... En el arte, hasta que llegó la democracia, no hemos dejado de tener unas autoridades impuestas que nos vigilaban permanentemente.

Este hombre tiene la voluntad inquebrantable de los supervivientes. A los 19 años le diagnosticaron una tuberculosis pulmonar. Su madre encargó al cura que le asestara la extremaunción mientras presuntamente agonizaba. Sobrevivió. Y en aquellos meses de cama obligatoria comenzó su éxtasis en la pintura. «Dibujaba y leía sin parar. Desarrollé un insaciable interés por muchas cosas. Mi curiosidad era enorme», advierte con una voz mansa que llega a la atmósfera silabeando.

Contra todo pronóstico, Tàpies armó un lenguaje insurgente, cuajado de trazos inéditos, tomando de Llull y del surrealismo, de Jung y de San Juan de la Cruz, del povera, de la abstracción y el minimalismo, sin desviarse del camino de sus intuiciones, que rivalizaban con el estrecho y exclusivista peaje del arte patrio.

En los años 50 marchó a París con una beca del Instituto Francés para conocer a los viejos de la tribu. Es el momento de efervescencia de Dau al Set, donde formaba grupo con Cuixart, Joan Ponç, Tharrats, Brossa y Arnau Puig, bajo el andamiaje teórico de Juan Eduardo Cirlot. Visitó a Picasso y a Miró, mientras la modernidad le revelaba al oído algunos de sus secretos. «Picasso me acogió con gran afecto. Nada que ver con ese hombre esquivo que dicen algunos. Me impresionaron sus ojos, su manera de mirar. ¡Qué fuerza! Pasaron 25 años hasta que nos volvimos a encontrar. Y aún se acordaba de mí, de aquel muchacho de Barcelona que, lleno de ilusión, se presentó en su estudio una mañana... Y no digamos Miró, del que me hice íntimo amigo».

Relata los avatares de su juventud con una nube de nostalgia en los ojos, mientras la luz de los focos le acaricia la paletilla. Teresa ha desaparecido por el zigzag del pasillo y Tàpies ajusta su sordera a la conversación mientras lanza miradas de niño súbito, con un brillo repentino.

No va de viejo rebelde, sino que anda más cerca del aura de un monje zen. Está del lado del misterio sin flacidez y tiene algo de japonés agnóstico con un injerto de sabio venerable en la rebeca de punto. Aún hoy pinta desde el margen de lo inexplicable, sin estrategias, felizmente empujado por el demonio y sólo en verano. «El frío no me va bien. Es el calor lo que me activa», informa. Los cuadros que acumula en el taller apuntalan la verdad de cuanto está diciendo:

- Puede que mi territorio sea el de lo inexplicable, sí. Hay una voluntad de que la obra participe de cierto misterio, pero respetándolo. Es una actitud muy cercana a la mística. No se trata de intentar resolver nada, sino que tomo el hecho de la pintura como un impulso instigador. Busco disfrutar del misterio, no pelearme con él. Por eso me acerco tanto a la poesía. Me ha sucedido que con algunos cuadros tengo la sensación de estar más en el lugar del poema que en el de la pintura, sobre todo en aquellos en los que hay caligrafía. Y con los materiales también tengo una relación muy especial. He utilizado todo lo que he tenido a mano, buscando siempre una lectura nueva de los objetos con la sospecha de que la materia puede ser espíritu.

Esta casa/taller, diseñada por Coderch, se ha convertido en un centro de peregrinación heterodoxo. En los 70 se celebraban reuniones clandestinas para algo tan subversivo como zamparse de un tirón varias películas de cine mudo. Joan Brossa, Pere Gimferrer y algunos estudiantes de entonces formaban la cofradía. Las sesiones de aquel cinefórum doméstico duraron varios años antes de disolverse en el tiempo. Desde entonces, el bestiario de peregrinos que siguen llamando a la puerta de Tàpies ha crecido hasta el delirio. Aunque cada vez es más difícil lograr el salvoconducto de entrada.

Gentes de medio mundo buscan al maestro. Vienen a venerarlo. Un día irrumpió una bailarina indonesia para explicar al artista las conexiones entre su pintura y la danza de Bali. «Era una chica muy inteligente. Lo pasamos muy bien, je, je. Me reveló cosas de mi propia obra con gran acierto. Pero no era una bailarina cualquiera, ojo. También aparecen japoneses, europeos, americanos... Y hasta un gurú indio que se arrodilló para tocarme los pies como señal de respeto», explica mientras sonríe apuntando al cuello de la camisa.

La grandeza de Tàpies también está en su forma de contar, y en la manera de ir esquivando el halago con una dosis de sordera repentina e inspirada. «¿Abrir nuevos caminos, dice? Bueno, he dejado cosas colgadas del pasado y también he abierto algunas puertas, sí... Pero no está bien que yo lo diga». En su jurisdicción se reparten algunas piezas de gran formato y las repasa sentado en una silla de tijera con cojín fino. Son obras que participan de la energía y la catástrofe que toda búsqueda conlleva.

Teresa habla al fondo de la escena con el fotógrafo y no pierde a Tàpies del campo de visión. El también la busca a lo lejos, como si su presencia confirmase que todo va bien, que el mundo sigue.

La charla, mientras, fondea por aquí y por allá, sin rumbo fijo. «Suceden hoy cosas tan dolorosas... Parece imposible que no las podamos evitar. Tan sólo nos consuelan esos pocos que intentan arreglar el mundo. La banalidad actual es insoportable. Yo ya me he rendido, aunque una cierta ideología está subyacente en algunos de mis trabajos. He hecho todo lo que se puede hacer sin dejar de trabajar a fondo en lo mío. A veces es difícil de apreciar, porque me refiero a algo que es instintivo. Pero no creo haber estado de espaldas a los problemas de mi tiempo. La pintura también es una lucha, un afán por alcanzar nuevas visiones de la realidad. Trabajo con la ilusión de hacer algo benéfico para la sociedad. Aunque nos estamos desviando, ¿no cree?...».

Para combatir el chafarrinón de la realidad, Tàpies hace calas en el estudio de las culturas orientales: el budismo, el vedantismo de la India... «Es una necesidad de enriquecer el espíritu. Mi pintura le debe mucho a las lecciones que he extraído de esas lecturas. La culminación sería lograr aquello que los chinos denominan trazo único. Lo que pasa, ¿sabe usted?, es que soy muy escéptico. No es que no crea en nada, sino que dudo con el objetivo de estar lo más cerca posible de la verdad. Incluso dudo de mi obra. Sigo sufriendo cada vez que pinto. Pero eso mejora el resultado. Dudar es el camino más próximo al acierto».

Esta penúltima idea, iluminada, humilde y veraz, la reservaba Tàpies a modo de broche inesperado. Teresa se acerca, leve, atenta. «Dudar es el camino más próximo al acierto». Casi que lo dejamos aquí.

Antonio Lucas

El Mundo 27.12.2007

Azul y naranja

Antoni Tàpies. Blau i Taronja, 1975. Técnica mixta 147 x 117 cm

El pijama de rayas manchado de pintura que se pone para trabajar y su abundante cabellera cana le dan aspecto de loco inofensivo, dispuesto a compartir el secreto de sus geniales estrategias para la batalla de Waterloo con su psiquiatra; las mangas le quedan cortas y nos dejan ver sus manos hasta las muñecas, chasqueando los dedos va marcando un ritmo mental de dos por cuatro mientras rodea la tela virgen abierta de piernas en el suelo. Esta concentrado. Sus pies se esconden en unas zapatillas de felpa, de las antiguas de cuadros y suela rugosa de goma, que alguna vez han dado el gran paso y se han quedado pegadas, expresivas y huérfanas, en algunas de sus pinturas.
Tàpies mira al infinito blanco que le reta desde el suelo; el lienzo de buen algodón sin preparar refleja su pureza en los cristales de las gafas de concha, que después de tanto tiempo ya parecen cordilleras en la geografía de sus facciones. El estuco blanco inunda toda la tela y de repente un tatuaje naranja la bautiza, “Blau i taronja”, porque azul es el paño, como de traje barato, que rodea la obra, para contenerla y delimitarla, para enmarcarla. Pero Tàpies no puede resistirse a su impulso y la tela se desdobla, se desborda por el margen y convierte ahora el cuadro en un objeto, en una cascada de tela blanca que salta desde el bastidor y el espectador, cuando lo contempla, se siente pulverizado por los millones de gotas de su espuma.


Julio Rey