Mientras veía alejarse el navío desarbolado por la mar, Jonas albergaba la secreta esperanza de que el Leviatán después de devorarle le regurgitara por la húmeda boca entreabierta en el ecuador de los muslos dibujados por Moebius.
La ballena le vomitó de nuevo sobre la rabia de las olas y Jonas dejó de creer en los milagros.

No hay comentarios: